Trató de no despertarlo. Como pudo, emergió de entre su abrazo. Se puso el abrigo y partió. Mientras buscaba un taxi, millones de ideas, giraban en su cabeza. Se preguntaba como había dejado que pasara eso, pero al mismo tiempo, no podía creer lo maravilloso que había sido.
Al llegar al hotel trato de dormir, las vueltas en la cama fueron infinitas, hasta que al fin lo consiguió.
Se despertó cerca de las dos de la tarde. Comenzó a caminar por todo el cuarto, se sentaba, encendía un cigarrillo, quería pensar en la ropa que se pondría. Sin darse cuenta, terminó por armar sus valijas y pidió un taxi. En la estación de colectivos, llamó a Álvaro.
-Hola, Álvaro ?
-Hola, Flor, como estás?
-Bien. Álvaro, tenemos que hablar.
-Bueno, te escucho...
-No, por teléfono no; quiero que hablemos personalmente.
-Bueno, querés que el martes yo viaje para allá?
-No, Álvaro, necesito hablar ahora, ya mismo.
-Bueno, Flor, calmate, que puede ser tan importante que necesitas hablar ya, ahora mismo? Te prometo que el lunes o martes estoy por allá.
-Alvaro, ya tengo el pasaje en las manos, estoy llegando cerca de las 11 de la noche. Esperame en la estación!
El viaje se hizo corto, demasiado corto para encontrar respuestas, o excusas, de lo que había pasado con Fede.
Hacía 15 minutos que Álvaro la esperaba, nunca fue muy bueno para estar esperando. Ni siquiera se molestaba en pensar de que querría hablar Flor, seguramente era una tontería, como siempre. Él era un profesional muy importante para estar preocupándose por chiquilinadas. Ésta vez, hablaría muy claramente, dentro de poco sería la señora del doctor... y tendría que comportar como tal.
Llegó el colectivo, Flor comenzó a bajar... mientras lo hacía, vio a Álvaro, que se acercaba con cara de enojo y le decía: -Florencia, espero que realmente sea algo importante..
-¡No quiero casarme!- alcanzó a decir antes de salir corriendo...