Al principio, me pareció reconocer su voz. Pero, mirando bien, me dije a mí mismo, que no podía ser la persona que creía, ya que según recordaba era tan o más alta que yo, y delgada... Y muy linda.
Sigo haciendo zaping, y me quedo pensando... No será ?
Sí, es parecida... pero la recuerdo más... más delgada... y alta, sí definitivamente era más alta, más alta que yo. Y muy linda...
Sigo mirando, esperando que la cámara cambie de ángulo, otra toma, más de cerca, para sacarme la duda. Cuando de repente, sale el nombre del programa y el de la entrevistada.
Sí, era ella. La primer chica que besé; y enseguida una lluvia de recuerdos, un revoltijo de sensaciones, de cosas que creía olvidadas.
Cierro los ojos y me parece estar en el patio donde se hacia el “asalto”, de la tarde que pasamos acomodando las luces, pidiendo discos prestados, buscando una púa nueva y otra de repuesto, por la dudas, para el tocadiscos....
Lo normal en un asalto, era que los varones lleváramos las gaseosas y las chicas algo para comer. Todo comenzaba alrededor de las 21:00, y como muy tarde terminaba a las 02:00; el padre, dueño de casa, hacía encender las luces y ahí se terminaba el asalto (a nadie se lo ocurría contradecir al padre) y nos despedía.
Recuerdo que me pasé toda lo noche esperando que llegaran los lentos... y cuando llegaron no me animaba, daba vueltas, la miraba... hasta que al fin ella me miró como diciendo: -Acá estoy, dale, venía buscarme.
Con 14 años, mucha experiencia bailando no tenía, además, nunca había bailado lento, pero tenía que parecer que ya hacia rato que lo hacía.
Me acerqué, le pregunté si quería ir a bailar. Consulto con sus amigas, porque en estos casos, ellas siempre consultaban con sus amigas, y después de pocos segundos con eternidades, dijo que sí.
Bueno, ahí estábamos, yendo hacia el centro del patio. Nos enfrentamos, yo apoyé mis manos en su cintura, ella, en mis hombres... bailamos un buen rato hasta que la miré, cerré los ojos y la besé; la besé como sólo se puede besar cuando se besa por primera vez... Después, ninguno de los dos pronunció palabra alguna, tampoco nos miramos, creo que por vergüenza, vergüenza de chicos.
Ella tenía puesto un pantalón de hilo color arena y una camisa blanca. El pelo, lacio, suelto.
-No bailo más- dijo, y se fue con sus amigas.
Yo, me fui a sentar con la sensación de ser ya, un hombre, de pertenecer al selecto grupo de los que ya besaban.
Esto pasó hace ya más de 24 años... después de esa noche nos vimos en el club tres o cuatro veces más. Nunca más la besé después de aquella primera vez. Ella, después se fué a vivir a otra ciudad. Nunca más la vi. Hasta esa noche en la tele. Y puedo asegurar, que al cerrar los ojos, comencé a escuchar la música, y estuve, otra vez en ese patio, dando ese primer beso.